sábado, 8 de noviembre de 2014

POR TIERRAS DEL NORTE DE PALENCIA II -EN AGUILAR DE CAMPOO




 
Después del desayuno en el Hotel Montaña Palentina (Café con pan tostado con aceite) nos dirigimos hacia Aguilar de Campoo.

 

Un poco de historia: Aguilar de Campoo ostenta el titulo de Villa Realenga desde que Alfonso X El Sabio se lo concediera el 14 de mayo de 1255. Pasados más de dos siglos, el 25 de marzo de 1482, Los Reyes Católicos conceden el marquesado de Aguilar a favor de Los Manrique de Lara, siendo el I Marques de Aguilar Don Garci Fernández Manrique de Lara.

Ha tenido fama por sus fábricas de galletas, la última la de Cuétara que ha sucumbido a la crisis. La villa es una ciudad acogedora llena de monumentos y palacios. Es muy agradable pasear por sus calles comtemplando las fachadas con escudos nobiliarios testigos de otras épocas de esplendor.

El rio Pisuerga nos ha estado acompañando en nuestro viaje.



 
 
El rio Pisuerga a su paso por Aguilar de Campoo
 
 
Pero lo que nos recibe a nuestra llegada es el Monasterio de Santa María la Real
 


que es una abadía premonstratense construida a finales de s. XII y comienzos del XIII (transición del románico al gótico). Como tantos otros monasterios fue desamortizado y cayó en la ruina total hasta que ya en el siglo XX  la Asociación de Amigos del Monasterio de Aguilar  procedió a su restauración y aprovechamiento. En la actualidad acoge a un instituto de enseñanza secundaria y una hospedería.
 
 
Ábside

 
Hastial y espadaña

 
Claustro
 
Pero hay muchas cosas que ver en Aguilar. La colegiata de San Miguel verdadero museo de tesoros de todos los tiempos. Se encuentra en un extremo de la plaza de España.
 
Si por un casual no estuviera abierta, consultar en la casa parroquial que está al lado y os la enseñan. Por un pequeño donativo merece la pena visitar esta joya.

 

 
Miradores acristalados en la plaza de España
 
 
 
Bonita vista de la plaza de España
 
 
La fachada occidental con la impresionante torre

El origen del templo se remonta hasta la época visigótica aunque fue reconstruído en el siglo XI. Con las razzias musulmanas fue destruido y es e en el siglo XIII cuando se vuelve a reconstruir. De esta época románica solo queda la fachada occidental, con una portada muy sobria con nueve arquivoltas sin esculturas, el primer tramo de la torre y la capilla bautismal. Pero la mayor parte de lo que vemos se construye entre los siglos XIV y XVI.

Es en 1541 cuando el papa Pablo III a petición de D. Juan Fernández Manrique de Lara, tercer marqués de Aguilar, embajador del Emperador Carlos I en Roma, concede a la iglesia el rango de Colegiata y gracias a éste y a sus sucesores se enriquece el templo con sus cenotafios y un magnífico retablo.
 



Cenotafios de los Marqueses de Aguilar (padre e hijo y sus respectivas esposas) en el presbiterio
 
En el siglo XV don Francisco de Soto, Arcipreste de Fresno, mandó levantar a los pies de la nave de la Epístola (en el lado derecho, orientada al sur) una capilla funeraria.
 
 
Sepulcros góticos
En el siguiente siglo se adosó al muro de esta nave la Capilla del Santo Cristo. La Sala Capitular y la Sacristía fueron las últimas construcciones añadidas al templo, en el siglo XVIII.



Sepulcro y monumento funerario de D. Francisco de Soto
 


Detalle del entierro de Cristo bajo el arco del monumento funerario de D. Francisco de Soto

 
Virgen románica procedente del monasterio de Santa Maria la Real
 

 
Maravilloso retablo renacentista dedicado a San Miguel

 
Detalle del retablo (Dios crea a la mujer del cuerpo de Adán)
 

 


 Cristo románico en el presbiterio (hace años fue decapitado y destrozado a  hachazos y posteriormente perfectamente restaurado)
 


 
 
Ábside poligonal gótico en la cabecera de la iglesia


Pero hay otras cosas que ver en Aguilar, el castillo en la cima de la colina observa  a sus pies la hermosa y perfectamente restaurada ermita románica de Santa Cecilia.
 


 
Ermita de Santa Cecilia siglo XII-XIII

 
Huecos con arcos polilobulados en el muro de la iglesia, se utilizaban para depositar los objetos de culto




 



 Caballeros luchando. Obsérvese como uno  le introduce la espada al otro por la visera
 




La degollación de los inocentes



Maravillosos capiteles en Santa Cecilia 
 
 
Interior de Santa Cecilia con arcos apuntados

 
Sencillas arquivoltas con capiteles con motivos vegetales fachada meridional



 

 Casa de Francisco Porres

 
Hermoso palacio en ruinas que debería ser restaurado y utilizado  

 
 Fachada del palacio de los marqueses de Villatorre.
 
Esto es todo lo que queda del palacio renacentista que los marqueses de Villatorre quisieron levantar. Los Marqueses de Aguilar mucho mas poderosos lo impidieron. Se llegó a construir la primera planta pero fueron obligados a derruirlo. 
 
Continuando por la calle de Matias Barrio y Mier a mano izquierda nos encontramos con una sucesión de palacios con sus escudos en las fachadas destaca la casa de los Velarde con magnífico escudo. A puerta de calle encontramos un mesón-restaurante con un económico menú del día que satisfizo nuestro apetito.
 
 
 
 


El restaurante donde comimos perfectamente y en un marco inmejorable
 
 
Detalle del escudo de los Velarde




Desde allí y a través de la puerta de la Tabalina, cruzamos el Pisuerga para dirigirnos a visitar las ruinas de la iglesia de San Andrés, románica por supuesto y que es todo lo que queda de un monasterio del siglo XII.  Esta iglesia fue desmontada piedra a piedra, en 1909, del lugar que ocupaba en la ladera del castillo  para dejarla en medio de un parque rodeado de casas y que lamentablemente presentaba pintadas y estaba rodeada de basura.  En cualquier otro sitio estaría tratada como una joya. ¡Lástima!









 
El ábside semicircular de San Andrés
 

¡Ah, se me olvidaba!. Por la mañana, pasamos por el monasterio de Santa Clara para ver lo poco que los franceses a su paso en la Guerra de la Independencia dejaron. El actual está perfectamente conservado y podemos contemplar la capilla que presente bóveda de crucería y es del siglo XIV y XV, pequeña y recoleta que no pudimos visitar tranquilamente por que se estaba celebrando culto.  No compramos dulces que son afamados pues nuestro médico nos ha recomendado vida sana y algo menos de dulce. Nos quedamos con las ganas ¡qué le vamos a hacer!
 
 

Fachada del monasterio de Santa Clara al otro lado del río.
 
Puente sobre el Pisuerga, la puerta del Hospital y al fondo la Colegiata. 
 
Volvimos dando un agradable paseo junto al río y entramos  por la puerta del Hospital. Fuimos a la plaza de España a tomar un café y lo hicimos en el que se encuentra en la Casa de los VII linajes que llama la atención por las gárgolas que tiene. El café en su terraza contemplando la imponente torre de la colegiata mientras el sol de octubre nos calentaba el rostro nos hizo disfrutar del momento.
 
La amable camarera nos indicó como ir a Olleros de Pisuerga y a una serie de pueblecitos cercanos para ver hermosas y pequeñas iglesias románicas, que es al fin y al cabo por lo que habíamos venido a estas tierras palentinas. Pero eso será en otro capítulo........ 
 

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