CUARTO DÍA - POR LA MAÑANA
Nos levantamos descansados, y nos fuimos a visitar al Santo.
Antes, en la esquina vimos un bar en el que había ¡churros!, así que el reclamo fue inmediato. Allí entramos y dimos buena cuenta de tan castizo desayuno. Por que digan lo que digan, los churros son madrileños como el cocido.
Antes, en la esquina vimos un bar en el que había ¡churros!, así que el reclamo fue inmediato. Allí entramos y dimos buena cuenta de tan castizo desayuno. Por que digan lo que digan, los churros son madrileños como el cocido.
Por la Rua Franco, ahora todavía dormida, llegamos nuevamente a la plaza de la catedral. Nos detenemos un momento para contemplar la fachada barroca de la iglesia de San Fructuoso, detrás y abajo del Palacio Rajoy.
Iglesia de San Fructuoso.
Pero nuestras miradas se van, una vez más, hacia la fachada exterior de la catedral.
Coronada por la imagen de San Yago.
Durante siglos esta plaza acogió a los millones de peregrinos venidos de todas partes de Europa. Ahora continúa recibiéndolos.
Cuando estuvimos, no se podía entrar por la puerta principal y accedimos por la puerta norte no sin antes asomarnos a la tienda de recuerdos que se encuentra bajo la superficie de la catedral.
Al salir, oímos el sonido de una gaita. Cruzando bajo un arco nos encontramos con un gaitero callejero que daba un toque alegre a ese momento. Reconozco que me encanta el sonido de las gaitas, ya sean gallegas, asturianas, irlandesas o escocesas. Debe de ser por que lo llevo en la sangre. Mi abuelo materno era gallego.
Subiendo por esos escalones, nos encontramos a la izquierda con el barroco palacio arzobispal, justo enfrente de la puerta de la Azabachería.
Palacio arzobispal
Puerta de la Azabachería
Ya en el interior, uno no puede dejar de maravillarse y sentirse abrumado. No solo por la arquitectura, sino por la historia y saber que entras como lo hicieron antes que tú miles de personas, cansadas, malolientes, llenas de fe, y también de enfermedades, piojos y pulgas, para cumplir un desafío impuesto.
De ahí la costumbre del Botafumeiro. Cientos de apestosos peregrinos que vivían incluso en la catedral (Jose Luis Corral nos revive esos tiempos en su libro El número de Dios - recomiendo su lectura-), requerían un remedio que eliminase la peste que debía reinar en el sagrado recinto.
Ahora los peregrinos también vienen, sudados aunque en mejores condiciones higiénicas, por convicción religiosa, otros por hacer deporte, otros por turismo, pero todos, todos, acaban aquí, abrazando al santo.
Lo primero que llama la atención es la simplicidad del románico, y lo segundo la locura del barroco que inunda el altar mayor y lo alto de la nave principal con los ¡dos! órganos.
L
Ángeles barrocos en el camarín del santo
Trascoro
Antes de abrazar al santo y de venerar sus restos, que se conservan en una urna de plata, abajo en la cripta, nos dirigimos hacia la puerta Oeste, donde se alza el Pórtico de la Gloria del Maestro Mateo y que sigue en restauración.
Pórtico de la Gloria del Maestro Mateo. Foto publicada en Google. Ya que por los andamios era imposible fotografiarlo.
Pero éstas si son mías:
El señor Santiago.
La Anunciación a la Virgen
El peregrino que llegaba ante la catedral, final de su camino, se encontraba con una escalera que tenía que subir para acceder a la iglesia, (evocación de la subida al cielo y expiación), y tropezaba con la fachada románica y este maravilloso pórtico, policromado, (aún quedan restos),
Pórtico de la Majestad en la colegiata de Toro, en la que se conserva perfectamente la policromía. Ejemplo de como debió verse el Pórtico de la Gloria de Santiago. Foto de Fegamar.
y la tradición dice que tenía que golpearse la frente tres veces con la cabeza de la figura que hay entre los leones, mientras que la mano derecha tenía que ponerla en el pilar, haciendo acto de contrición de sus pecados.
El Maestro Mateo soportando el peso de la Catedral a los pies de Santiago
Huellas de los dedos de miles de peregrinos, en el pilar de entrada bajo la imagen de Santiago.
Después de siglos el pilar parece como de mantequilla, y se ve como si alguien hubiera hundido los dedos en él. Ya no se permite hacer esto. Los vigilantes jurados te avisan inmediatamente si lo intentas.
Curiosa leyenda en un confesionario
¿El obispo Gelmírez?
Hay que subir al camarín barroco y abrazar el busto del santo. Luego bajar a la cripta y orar ante sus restos.
Y ahora un poco de historia sacada de la página web de la catedral
"Bernardo el Viejo, Maestro Admirable, y Roberto, inician la construcción de la Catedral Románica en el año 1075, bajo el reinado de Alfonso VI y siendo Obispo D. Diego Peláez. Tras esta etapa inicial, diversos avatares suspenden o, cuando menos, ralentizan las obras hasta que toman un nuevo impulso en tiempos del Arzobispo Gelmírez, en el año 1100, a cargo del Maestro de Platerías; poco a poco la construcción de la Catedral irá avanzando a lo largo del siglo XII, encargándose, en 1168, al Maestro Mateo, la terminación de la misma, incluyendo el cierre occidental y la construcción del Coro en la nave mayor, de manera que en 1211 se celebra la consagración de la Basílica con la presencia de Alfonso IX."
Salimos por la puerta de Platerías,
La plaza de Platerías.
El rey David
La maravillosa fachada románica de la puerta de Platerías
Cristo con Adán y Eva
Cristo bajando a los infiernos, en el tímpano derecho
Cristo flagelado ante Pilatos
Diversos santos en el pilar central de la fachada
y nos dirigimos a una de las muchas tiendas a comprar algún recuerdo. Azabache, Bruxas (que traen suerte si te las regalan), alguna Vieira (concha del peregrino) y algo de queso y dulces). Compramos algunas cosas y me llamó la atención una camiseta con esta leyenda (especial para los que tienen poco pelo) :
En Santiago de Compostela se necesitan muchos días para saborear sus monumentos, sus calles, su gente y disfrutar de lo loco de su tiempo cambiante, (sol, lluvia, sol, lluvia, viento, lluvia....) y de la "marcha" de sus calles (tiene una de las Universidades más antiguas de España, y si hay universidad, hay jóvenes, y si hay jóvenes, hay "marcha").
Como teníamos que seguir nuestro viaje hacia Coruña, tuvimos que elegir y fuimos a ver otro monumento espectacular: La colegiata de Santa María la Real del Sar.
Se construyó en el siglo XII como cenobio para los clérigos retirados de la catedral. Lo primero que impresiona son los macizos arbotantes (s. XVI) que rodean la nave. La fachada es muy sencilla y tiene tres ábsides circulares muy sencillos con canecillos de figuras humanas y seres fantásticos.
El interior es muy sencillo y espacioso pero lo que realmente es sorprendente es la inclinación de los pilares -y de ahí que en el siglo XVI reforzaran los muros con los arbotantes-. Puede deberse a un error en la construcción o bien debido al terreno de aluvión sobre el que se asienta ya que el rio Sar pasa por las cercanías.
Tiene un claustro con un ala del s. XII y las otras del XVII y XVIII. Los arcos románicos no se pueden contemplar en su totalidad debido a estos refuerzos.
El párroco, muy amablemente, nos permitió entrar a contemplar el interior cuando estaba a punto de cerrar.
Se puede observar la inclinación de los pilares
El sencillo y magnífico ábside central
Salimos para seguir con nuestro viaje y cruzando bajo las vías del tren, subimos una empinadísima cuesta desde la que contemplamos a lo lejos la faraónica obra inacabada de la Ciudad de la Cultura.
Felices de haber estado en esta hermosa ciudad y sabiendo que volveremos pronto, nos dirigimos hacia La Coruña. Pero eso es en otro capítulo.
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